La armadura de acero para edificios residenciales está diseñada para satisfacer las necesidades específicas de la vivienda baja a media, destacando la eficiencia en costos, facilidad de instalación y una integridad estructural adecuada para cargas residenciales típicas. Los diámetros comunes van desde 8mm hasta 16mm, con grados populares que incluyen ASTM A615 Grado 40 (EE.UU.), B500A (Europa), o HRB 400 (China), ofreciendo resistencias a la tracción entre 276 MPa y 400 MPa—suficiente para soportar losas de pisos, paredes y estructuras de techos. Las armaduras cuentan con deformaciones (ribs) conforme a los estándares locales para asegurar un fuerte enlace con el hormigón, típicamente con una altura mínima de nervaduras de 0.5mm y espaciado de 15mm para prevenir deslizamiento dentro de la matriz de hormigón. La selección del material prioriza la ductilidad (elongación al rompimiento ≥18%) para permitir doblar durante la fabricación en sitio sin fracturarse, así como su soldabilidad para conectar jaulas de refuerzo utilizando soldadura por arco eléctrico. Las armaduras residenciales suelen ser no recubiertas por razones de costo en climas secos, pero opciones galvanizadas o recubiertas con epoxi están disponibles para regiones con alta humedad o exposición a sal marina para extender la vida útil. Consideraciones de ingeniería para uso residencial incluyen optimizar el espaciado de la armadura (típicamente centros de 150–200mm) para equilibrar la distribución de carga y los requisitos de recubrimiento de hormigón (20–30mm para proteger contra la corrosión). Los proveedores a menudo proporcionan armaduras precortadas y dobladas para ajustarse a planos arquitectónicos, reduciendo el desperdicio y los costos laborales en sitio. El cumplimiento con los códigos de construcción es crítico, como el International Building Code (IBC) en EE.UU., que especifica cobertura mínima de armadura para diferentes elementos estructurales (por ejemplo, los refuerzos de losa deben tener un área mínima del 0.18% de la sección de hormigón). Las armaduras residenciales también deben cumplir con los estándares de resistencia al fuego, manteniendo al menos el 80% de su resistencia a la tracción a 300°C durante escenarios típicos de incendio.