La armadura de construcción de alta resistencia está diseñada para aplicaciones exigentes que requieren una capacidad superior de soporte de carga, como edificios altos, puentes e instalaciones nucleares. Estas varillas de refuerzo tienen resistencias a la tracción ≥500 MPa, logradas mediante microaleación (vanadio, niobio, titanio) o tratamiento termomecánico, lo que resulta en microestructuras de grano fino que combinan resistencia (500–600 MPa) con ductilidad (Agt ≥7.5% para cumplimiento sísmico). Los grados comunes incluyen HRB 500 (China), ASTM A1035 (EE.UU., 550 MPa de tracción), y BS 8666 Grado 600B (Europa, 600 MPa), con configuraciones avanzadas de nervaduras (por ejemplo, nervaduras tridimensionales en GB/T 1499.2) para mejorar la resistencia de unión en un 25% en comparación con las varillas convencionales. Las principales ventajas incluyen una reducción en el uso de materiales (20–30% menos acero que las varillas de Grado 400) y una mayor resistencia al fuego, manteniendo el 80% de su resistencia a 300°C durante 2 horas. El control de calidad implica pruebas rigurosas: pruebas ultrasónicas para defectos internos, pruebas de fatiga (2 millones de ciclos a 60% de la resistencia a la tracción), y pruebas de potencial de corrosión (ASTM G59) para productos recubiertos. Las aplicaciones abarcan megaproyectos como rascacielos (refuerzos en muros centrales), puentes de gran alcance (losas de cubierta), e instalaciones industriales (fundaciones de equipos), con cumplimiento de normas rigurosas como AISC 341 (estructuras de acero sísmico) y EN 1992-1-1 (Eurocode 2). Los fabricantes a menudo proporcionan apoyo de análisis por elementos finitos para optimizar los diseños de armaduras, reduciendo costos de construcción mientras se aseguran márgenes de seguridad para casos de carga extrema.