El tubo de acero sin costura laminado en frío se produce reduciendo el diámetro y el espesor de los tubos sin costura laminados en caliente mediante una serie de matrices de dibujo, lo que resulta en una mayor precisión dimensional y acabado superficial. Este proceso mejora las propiedades mecánicas (aumento de la resistencia a la tracción de +15–20% en comparación con los laminados en caliente) y logra tolerancias ajustadas (OD ±0,1 mm, espesor de pared ±0,05 mm), lo que lo hace ideal para aplicaciones de precisión. Los materiales incluyen acero al carbono (1010, 1045), acero al aleación (4130, 4340) y acero inoxidable (304, 316), con diámetros que van de 6 mm a 200 mm y espesores de pared de 0,5–15 mm. El proceso de laminación en frío puede implicar operaciones de un solo paso o múltiples pasos, seguidas de un recocido para restaurar la ductilidad y aliviar tensiones internas. Los acabados superficiales pueden ser brillantes (pulidos hasta Ra ≤0,8 μm) o negros (recubiertos con aceite para prevenir la oxidación), con opciones de electroplacado (cromo, níquel) para aplicaciones decorativas o resistentes al desgaste. Las aplicaciones clave incluyen: cilindros hidráulicos (que requieren superficies internas suaves para el movimiento del pistón), ejes de maquinaria de precisión, tubos para equipos médicos y componentes automotrices (columnas de dirección, líneas de freno). El control de calidad incluye pruebas de corriente de Foucault para detectar defectos superficiales, verificaciones de redondez (desviación ≤0,05 mm) y pruebas de dureza (HRB 60–90 para grados de acero al carbono). En comparación con los tubos laminados en caliente, los productos laminados en frío ofrecen una mayor resistencia a la fatiga y formabilidad, aunque a un costo de producción más alto, lo que los convierte en la opción preferida para aplicaciones donde la precisión y el rendimiento superan las consideraciones presupuestarias.