El tubo de acero sin costura laminado en caliente se produce dando forma a lingotes de acero calentados en formas tubulares a temperaturas por encima del punto de recristalización (1,100–1,300°C), lo que resulta en productos con excelente ductilidad y resistencia al impacto. El proceso incluye tres etapas principales: 1) perforación, donde un lingote en rotación es penetrado por un mandril para formar una carcasa hueca; 2) laminación, utilizando molinos automáticos o semiautomáticos para reducir el espesor de la pared y expandir el diámetro; 3) ajuste de tamaño, para lograr las dimensiones finales con tolerancias de OD de ±1% y espesor de pared ±8%. Materiales comunes incluyen acero al carbono (20#, ASTM A106 Grado B), acero de baja aleación (15CrMo, ASTM A335 P11) y acero inoxidable (316H), con resistencias a la tracción que van de 250 MPa a 550 MPa. Los tubos laminados en caliente son valorados por su capacidad para manejar grandes diámetros (200–1,200mm) y paredes gruesas (10–100mm), lo que los hace adecuados para soportes estructurales (pilares de puentes), líneas de conducción a alta temperatura (superadores de vapor) y componentes de maquinaria pesada (cilindros hidráulicos). La terminación superficial típica es escama de fundición (negra), aunque opciones como el desbarbado (ASTM A967) o galvanizado (ASTM A123) están disponibles para entornos propensos a la corrosión. Las propiedades mecánicas incluyen elongación ≥20% (para ductilidad) y flexibilidad (180° alrededor de un mandril 3D), con aplicaciones que abarcan sectores energéticos, de construcción e industriales donde la conformabilidad y la eficiencia de costo tienen prioridad sobre la precisión dimensional.